Si he dicho alguna vez
que en el centro del mundo está mi mano
no he mentido
todo radica en la sigilosa plenitud del sueño de sabernos
nuestros
si amigos o enemigos, nada importa
Mi dios está sentado sobre la cabeza de una hormiga
ella lo ignora...
Conciliemos el sueño
y de seguro podremos despertar danzando
siempre habrá un lugar para los cuerdos que de repente se
despiertan
y se creen vivos
y enarbolan su suerte de banderas.
El cuerpo es insomne cuando los locos cantan
se dice que antes de saltar hacia el vacío
cantan con fiereza y no con canto
contaminan la ciudad con polvo extraño
me invaden la pupila
y se ríen en mi cara
absurdamente
se despojan del gesto vespertino
y se van
como si nada
como si amar y suicidarse fuera un juego.
Si he dicho alguna vez que la ciudad está en mi techo
no he mentido
la hilaridad se desencaja bajo el agua
los peces se suspenden
y los hombres siguen en su diario pisotear de sombras
invaden el mismo centro de los parques
rectilíneos y blancos, como el viento
y se duermen
se ausentan tan tranquilos…
Este árbol ha crecido demasiado
se confunde con mi ojo y sí me importa
le ofrecí un vidrio para que se cortara las raíces
y sólo dibujó su seña en mi corteza
Este árbol no sabe que no duermo.
Primero llegó uno y luego todos
nos reunimos para envejecer acompañados
y recordar ese modo largo de estar bajo los astros
más allá de la piel y su cansancio...
Dije que nos reuniremos todos
y no es cierto
sólo vendrán los vivos sin cordura
Sólo vendrán los que jugaron al puente y se marcharon
con una pizca de amor bajo la lengua
y una ausencia -torpe-melodía.
Los hombres se confunden con la decadencia de los sueños
los hombres se destruyen los dedos cortando girasoles
y en el breve sonido de la noche inédita se espantan
Los hombres son tristes fierecillas
hoy sólo los miro
la ciudad, por pequeños, los perdona.
No hay comentarios:
Publicar un comentario